Prólogo del editor a la primera edición (Parte I)

La historia de la desaparición de Robert A. Teleman fue el fruto del esfuerzo y la constancia de una única persona, Samuel Garcia, que comprometió su reputación y aun su carrera en recopilar, con la minuciosidad más exasperante, una serie de hechos y signos, aparentemente inconexos, que ayudaro a revelar primero, y a develar posteriormente,…

Sigo igual de desmoralizado por este país, por mi carrera, por mi vida… No sé qué escribir hoy, así que me doy fiesta. Bye

«No puedo dejar de pensar en ella. Ya son demasiadas las veces que en la soledad de mi habitación imagino su cuerpo, frágil y mínimo, arrebujado contra el mío. Palpar hasta la última de sus costillas, de sus comisuras; todas las curvas escuetas que la definen… Pero nada es ya posible. Nunca fue posible, o…

sin título

estoy cansado yo no sé si es esta inacabable tarea de tapar agujeros de cegar vías de agua esta tarea inabarcable de pelear contra la vida y no ver resultados y aun asi seguir peleando ver cómo en el campo de batalla todos se retiran y te quedas en tu trinchera en plena vanguardia dudando…

La vida en la frontera

Hubo un tiempo, tiempo ha, que viví en la frontera. El límite, el filo de la navaja. Aquello no duró demasiado. Nunca llegué a averiguar qué separaba aquella frontera inefable, aunque era, es inconfundible. Ese regusto metálico en la boca del miedo, esa incertidumbre, la continua asechanza. La frontera presenta un patrón característico, inequívoco. Vivir…

La vida en la trinchera

Vivo en una trinchera. Vivo inmerso en una guerra en la que no recuerdo cuándo empezó, no preveo cuándo acabará.Vivo en una trinchera. Recuerdo con monotonía, con languidez, todos esos días que discurren como perezosos trenes de mercancías que se deslizan pesados, mastodónticos, por la lejanía, como monstruos antediluvianos de hierro y dolor. La vida…

A las bitácoras amigas

Hace tiempo que ya no veo las luces encendidas, las siluetas reconfortantes de sus habitantes recortándose en las ventanas cuajadas de visillos innombrables. De vez en cuando las recorro, furtivo como amante, silencioso como lobo, en penumbra, con sus ventanas y puertas cerradas a cal y canto y el mobiliario cubierto con un blanco sudario….

Te salvé. Te salvé y para ellome adentré en la espesura buscándote.Te salvé y por ello levanté murallas que mantuvieron a raya el crudo invierno,el mundo inhóspito que a todos puede.Te salvé y con ellome perdí. Me salvé,porque te salvé.

Cuento 3

El pequeño claustro estaba abarrotado. A cubierto, bajo la arcada del fondo, se había sentado el rey sobre una improvisada tarima desde la que contemplaba al gentío. Ardía en el centro un fuego de campamento alimentado por mesas, sillas y demás muebles de las saqueadas estancias. Por toda la ciudad habían esparcidos improvisados campamentos que…

Cuento inconcluso

Querida Mar: Te escribo a tu orilla, desde aquella vieja taberna en aquel viejo puerto donde una vez nos conocimos. Hoy estás más bella que nunca, y estás caprichosa y rebelde como todas las mujeres lo sois. Veo la silueta desdentada de mi barco balanceándose en tu seno, mientras jugueteas con él como lo haces…