Escuchando en el coche a Marwan, kilómetro tras kilómetro, deseando presentarle credenciales a tu risa (aunque él prefiere presentártelas a tu boca). Dándome cuenta de tanto lastre. Se me van las ideas t5ran tanto kilómetros a la espalda, tras tanta decepción en estos lunes interminables, más largos con ésa tu ausencia en mi vida, y todos los errores con sus papeles cambiados, vicarios, tomando posesión de mi desgracia y mi decepción, de los sueños mal curados que me siguen arrastrando mientras, cada vez menos, trato de imaginarte, imaginarme, imaginarnos.
Todo está perdido y, sin embargo, lucho como si no hubiera mañana, cada vez más convencido de que no lo hay.