Sigo sin coger la perspectiva de esto. Me consume el día a día, sin saber distinguir si es fanatismo o supervivencia a toda cosa: los objetivos vitales se han difuminado y no queda nada de ellos. Nada aporta nada, nadie aporta nada. A veces echo de menos los tres días del Cóndor, los tres días en los que la emergencia lo pudo todo. La decisión es luchar. Mucho más difícil cuando debes decidir sobre el amor.
Se me ha acabado la poesía, pienso mientras huyo por la noche erizada de espinos que me desgarra la ropa. Todo pesa sobre mi conciencia, todo juega a la contra.