Cuando yo era pequeño siempre deseaba que me trajeran algo a casa. Cualquier cosa, cualquier detalle que significara que se acodaban de mí. Recuerdo cuando me quedaba enfermo en la cama, y entonces me traían tebeos para pasar la enfermedad. Cualquier cosa que rompiera la rutina.
Por eso me acuerdo de la gente que quiero siempre que puedo, intento que, de vez en cuando, reciban un detalle. Aunque sea un boli.
Día triste. Se nota, ¿no?