Fuegos de artificio

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No sé si habréis visto esos aviones o helicópteros que, en caso de ataque, comienzan a lanzar bengalas o nubes de papel de plata (lo habréis visto en alguna película, ya que no todos habréis tenido la suerte que yo de haber participado en numerosas batallas de las guerras Clon por la libertad en la galaxia). Eso no son más que señuelos que tratan de confundir a posibles misiles tierra-aire guiados por el calor o por el radar.

Pues eso mismo ha ocurrido en el debate sobre el estado de la nación. Zapatero ha comenzado la guerra lanzando tal cantidad de señuelos que hemos olvidado el país en que vivimos. Por una vez en mi vida estoy de acuerdo con Rajoy: el estado de la nación es lamentable. Hasta aquí, todo bien. El resto es harina de otro costal.

No hay más que medidas populistas y populares para crear alteraciones en el populacho, mientras el problema real sigue ahí, enquistado, agazapado y perpetuado. El problema de España es su gente, somos nosotros. Somos incapaces de reconocer la culpa y pedir una travesía por el desierto que nos salve. Mejor vivir bebiendo, comiendo y bromeando mientras todo se hunde alrededor. Nada que ver con la fría eficacia teutona: ¿qué sabrán ellos de la vida?

Me hace gracia la medida que ahora propone ZP sobre la vivienda. Ahora, que todo se ha ido a la mierda, que bancos, promotores e inmobiliarios han ganado todo lo que se podía ganar materialmente sin que esto se colapsara; ahora que no se van a vender más pisos porque sobran 500.000 dicen que comprar una vivienda no desgravará en la renta. Ahora que se ha muerto Pascual le sacan el orinal. Eso antes, ZP y Aznar, cuando empezó el boom del ladrillo. ¿O es que no os dejaron hacerlo?