Son unos días demasiados duros como para poder dormir por las noches. Mi faceta pública ha acabado por destrozarme emocional, afectivamente. Ya no te quiero, ya no te echo de menos, ya no amo a nadie. Sigue el vacío rodeando la Nostromo, sigue mi corazón en números rojos, ululando las sirenas en los corredores titilantes. Te echo de menos, cada día más a medida que me doy cuenta de que nunca serás mía.
No me apeteces. La vida me sigue lanzando uppercuts y ganchos a la barbilla, y yo sólo pienso en llegar incólume, lo más entero posible al siguiente asalto. Ya no quiero dibujarte en la espalda, besarte tu tatuaje, colgarme de tu risa. Tu vida no me apetece, la vida no me apetece.