Es triste. Es muy triste tener que ocultar, por no cerrarlo, este blog, esta válvula de escape que me permitía lanzar botellas con mensajes al océano. Siempre había esperanza de que alguien las leyera. Ahora, arrojo mis botellas con mensaje al lago de la isla desierta. Quizá, dentro de dos años, pueda verter todas mis botellas al mar.
Es el precio de ser un personaje público, es una rendición en toda regla. Vinimos a cambiar esto y, cada vez más, vemos como esto nos cambia a nosotros. No hagas esto, no hagas lo otro, cuida las formas, deja de ser persona y pasa a ser personaje, cuida tu reputación… De nuevo en las fauces de los viejos lobos a los que vinimos a exterminar.
No somos los primeros en plegarnos a esta terrible trituradora que es la vida. Demasiados han intentado cambiarlo y no han podido, no íbamos a ser los primeros. Además, hay mucho hijo de puta, mucho cabrón acechando, con pieles de lobo o de cordero. Y no me apetece entregar como un inocente mi vida a esos facinerosos. Cada día más cansado, más perdido, con menos ganas de continuar con esta pantomima, con este calvario. Pero con ese prurito, ese pundonor personal que me hace gritar: No me cogeréis vivo. Y voy a vender muy caro mi pellejo.