Acabo de volver de su concierto. Supongo que asistir a sus conciertos es señal de que uno no está bien del todo. Y han ido pasando ante mí todas sus letras, hemos ido paseando por las yermas tierras del desconsuelo, sin saber si tú estabas allí, si echarte de menos es la elección correcta, si no se puede encontrar esperanza cuando uno ha renunciado a todo, desde hace tiempo.
Debe de ser por eso que cada vez tengo menos ganas de conciertos. Antes me quedaba la esperanza de dormirme abrazado a tus caderas, de desperdiciar noches con alcohol, mirándonos las caras y contándonos los secretos, sabiendo que después te tendría entre mis brazos. Echando de menos correr tras tus tacones por la Gran Vía, sabiendo que mañana no habrá más dolor, sabiendo que eres la esperanza que siempre da una chica guapa, a beautiful girl.
Nada es como debiera o, al menos, nada salió como esperaba. Cada mañana el mundo me despierta con su pica en mi espalda, con el frío acero en mi costado mientras busco a tientas el pomo de la espada y la rodela. Y tú sigues sin estar ahí para devolverme la mirada. Solos el mundo y yo, solo son ti.
Puede que mi dolor no lo cure el tiempo, seré la excepción. Será que mis frases antitanque no tienen opción alguna para enamorar a esas divinas de belleza y lealtad incomparables, será que el mundo es hirsuto y desabrido para los desgraciados que nacimos en el arroyo, por mucho que luchemos para salir. Será que las chicas guapas no son para los cobardes o los tibios.
Siempre ese dolor en el alma por no encontrarte. Aunque quizá hoy estuvieses allí, quizá hoy debí preguntar si nos habíamos visto alguna vez. Seré yo, que no me encuentro sin ti.