Una de las pocas cosas buenas que tiene trabajar en la universidad es que estás entre amigos, con unos objetivos comunes y una relación de caballeros. En la universidad la gente te ayuda a resolver tus problemas, e incluso trata de evitártelos. Es, por así decirlo, un oasis.
Fuera de aquí, me dedico a trasegar problemas. Tengo mucha gente en mi vida, demasiada, que se dedica a filtrar lo bueno de lo malo y a pasarme esto último. Es más, muchos de ellos son especialistas en crear problemas en donde no los hay, con tal de mantener mi vida en una tasa constante y mínima de problemas garantizada.
Esa es mi vida, con un poco de ayuda de algunos amigos: trasegar mierda hasta el fin de los días sin recompensa ni reconocimiento. Otras cosa no sé, pero ésa sí la hacen bien.
Siempre nos quedará París. O la universidad, o Tarongers, o Santiago, o la sombra de tu pelo. No queda nada más.