Hay personas que pasan por nuestras vidas y que, de alguna manera, dejan huella indeleble. De vez en cuando, recurrentemente me acuerdo de él, Vicente Manero. Era comercial de Tesa y veraneaba en Geldo y, claro, tenía que pasar por el bar de mis padres. Era una persona amabilísima, simpática, culta, educada. Yo era, por entonces, un crío. Le encantaba leer, como a mí, y creo que fue la primera persona en la que vi el amor por los libros, la bondad por los libros la generosidad con los mismos. Todavía conservo algunos de los que me dio. No sé si podré encontrar su tarjeta de visita, donde se definía a sí mismo como superviviente. Todo un personaje.
Era el padre de uno de los cantantes de Los Inhumanos, que luego se convirtió en productor musical y tuvo algo de éxito. Sus otros hijos, açun puedo recordarlos creo que a todos, pero la foto fija de aquellos años 80. Ahora habrán cambiado tanto como yo. Yo, al menos desde mi perspectiva de paleto de pueblo, los envidiaba porque tenían acceso a algo que a mí me estaba vetado por muchos motivos.
Luego yo me fui a estudiar, el tiempo pasó, volvimos a Segorbe y el seguía visitándonos al Bar Agustín. Nuestras charlas seguían siendo tan interesantes, tan valiosas, tan inalcanzables como siempre soñé. Estaba fastidiado de los pulmones, y cada vez estaba más mayor. Vino a mi tesis, en la que lo incluí en la dedicatoria y s emocionó, Compartimos muchas cosas. No sé lo que veía en mí. A veces pensaba que era una especie de hijo que le hubiera gustado tener, canónico y formal. No lo sé.
Luego dejamos el bar y, a la vez, dejamos de vernos. Preguntaba por él, lo veía alguna vez en el Gargallo, pero ya nada fue igual. Cuando comencé a echarlo en falta pregunté por él a un amigo común, y la respuesta fue la que no deseaba oír: había muerto. Unos de sus hijos, que tenía algúnproblema, falleció y él, desde aquel momento, parece que no pudo superarlo.
Me dolió como suelen doler las cosas que te importan. Como otras cosas, otroas ausencias que duelen de vez en cuando. Y lo recuerdo de vez en cuando, a menudo, como a todas esas buenas personas que fueron entrando y saliendo de mi vida y que, en cierto modo, hacen que yo sea como soy.