Leer a Feynman es muy peligroso. Más que nada porque te enseña que en la vida tienes que hacer lo correcto, no lo que esperan de ti. Sólo así se podrá dormir por la noche. Hacía lo que creía, creía en lo que hacía. Aprendió a ser él mismo. Además, contaba con la ventaja de ser un genio. Pero, dejando a un lado lo de ser un genio, encuentro demasiadas similitudes. Encuentro que habrá que mandarlo todo al carajo y brillar. Tengo otras cosas, más importantes, que hacer. Pero ahora estoy aquí, me tocará dejar mi impronta, me tocará mostraros lo que no os gusta. Tendré que mostraros la verdad, la puta verdad. Y, parafraseando a los clásicos, «o tengo toda la razón o es que estoy loco».
Lo tuyo y lo mío lo dejamos para otra ocasión. Más que nada, porque ni bordas pañuelos ni mueres por mí.
Ya no cierro los bares, ni hago tantos excesos.
Cada vez son más tristes las canciones de amor.
Ni tú bordas pañuelos, ni yo rompo contratos.
Ni yo mato por celos, ni tú mueres por mí.
antes de que me quieras como se quiere a un gato,
me largo con cualquiera que se parezca a ti.