Sigo al pie del cañón, cuando casi todo va bien, cuando en mi buzón recibo certificado un billete hacia Ítaca y parece que ya veo sus decrépitas, desdentadas murallas. Me sigue costando encontrar razones para seguir adelante. Si acaso, la indolencia de hacer día tras día lo mismo por la pura comodidad de que nada cambie.
Pero este país apesta: no hay más que ver el telediario. A esos periodistas que ahora dicen que el Wyoming desprestigia la profesión; algo imposible, desprestigiar a personas que en lugar de informar manipulan al servicio de quien mejor les paga. Es imposible desprestigiar a un periodista. ya sé, lo supe desde hace tiempo, que al mundo lo afeita todos los días un barbero borracho: no necesito leer el periódico. O ver al PP que, ahíto de corrupción en todos los mentideros, todavía niega por definición. O el PSOE, courrupto a la vez que incapaz. A cualquier cargo público con responsabilidad (responsabilidad que nunca ejercen: sólo los fastos, el lujo, el oropel) avasallar a los pobres y a la opinión con su propio dinero para demostrarles que están por encimma de ellos y siempre lo estarán. Sólo les falta poner la polla encima de la mesa para hacernos ver que la tienen más grande.
Este país da bastante asco, y cada vez más sólo quiero un trabajo o una racha de suerte que me permita subsistir sin tener que preguntarme nada más, vegetar en mi mundo imaginario para no ver todo lo que me rodea. No habría mayor felicidad…