Como de costumbre, hoy es uno de esos días en los que no te apetece levantarte para enfrentarse a ese mundo falso, plagado de mentiras, de traidores, de hipócritas. De ese minúsculo ecosistema viciado y vicioso, que solo el fuego puede purificar. Habrá que buscar fuerzas de flaqueza.
Y en este circo romano donde todos los ojos me vigilan, todos los pulgares desean torcerse hacia abajo para ajusticiarme, cada vez cargo más rabia y más determinación de vender caro el pellejo, más que nada porque no les salga gratis a tanto hijodeputa el festín. Ya queda menos, pero habrá que hacer algo.
Pensar como un Stark, actuar como un Lanister, el poder es poder, el mundo requiere de cuatro reglas básicas para moverse en este mundo sucio y rastrero. Ser débil con los débiles es signo de debilidad a ojos de los necios. Sigo pensando que todavía me muevo en el bajo nivel de las cloacas, nada del mundo descafeinado e inodoro de los que tienen el plus en el salón y principios de pacotilla, consignas de folletín y dignidad fotogénica.
Y tú desaparecida de mi horizonte de sucesos, imposible más guapas, sí mejores personas. Caminando en el desierto sin ti, planeando mis minas y contraminas sin saber si vendrás, si estás, si te has ido, si nunca estuviste. Esperando la esperanza como quien espera a dios.