Se ha muerto el presidente vitalicio de la patronal. No tenía al placer de conocerlo, ni tampoco ganas, y el que ese hombre haya muerto me importa bastante poco.
Ayer el esperpento llegó a RNE (la misma empresa que le hace mobbing a Ramón Trecet) Radio 5 de la mano de Juan Ramón Lucas, que se empeñó en preguntar a los sindicalistas por el lado humano del señor Cuevas. A los sindicalistas, a los que ha puteado durante 25 años; a sus amigos antonomásicos (bueno, algún día hablaremos de lo que pienso de los sindicatos y los sindicalistas, y dónde estaría gracias a ellos). Como preguntarle a un irakí de Al Qaeda qué siente porque la palme Bush.
A algunos les ha pillado fuera de juego; creo que Cándido Méndez dijo algo de lo negociador que era. Otros, pues lo típico en estos casos. Y es que todos somos buenos cuando morimos, por muy hijo de putas que hayamos sido en vida. Ya sabéis: siempre se van los mejores.
Pero creo que fue Marcelino Camacho (no veo la tele, y no sé a ciencia cierta si fue él) el que dijo que siempre es lamentable que se acabe una vida (algo con lo que no concuerdo en absoluto, porque hay vidas y vidas, y cabrones somos todos), pero que los trabajadores no les había hecho demasiado bien en vida, así que no lo sentía demasiado.
Entre líneas: mejor él que yo, y que me lleve muchos años por delante. Después de todo lo que nos ha puteado, me importa poco que me lleve la delantera. Al fin te gano en algo.
Con dos cojones: la verdad, políticamente incorrecta, verdaderamente verdadera.
Usted es William Munny de Missouri, el asesino de niños y mujeres! Asi es, he matado mujeres y niños, he disparado contra cualquier cosa que tuviera vida y se moviera, y hoy he venido a matarle a usted, por lo que le ha hecho a mi amigo Ned …