Quizá sea ése mi horrible destino: quejarme. Nunca estoy de acuerdo con nada, principalmente conmigo mismo. Realmente nunca estoy contento conmigo mismo. Siempre quiero hacerlo mejor, siempre intento hacer lo correcto, nunca intento ser feliz. Así me va, haciendo lo que no debo, echándote de menos, incluso ahora que no puedo escribir. Ya os cuento.