En realidad hace unos cuantos días que camino entre dos precipicios, entre dos abismos. La culpa: principalmente una mala persona a la que debo erradicar de mi vida. Cosas que pasan, no no puede evitar acabar rodeado de personas tóxicas, personas que agotan la esperanza hasta que suenan las alarmas y las luces rojas se encienden. Buscando a alguien, cada vez menos, que me salve, que me repare, que haga que los días vuelvan a tener sentido. Como dice Marías, lo peor es levantarse por las mañanas a enfrentarse con este perro mundo, con tanto y tanta hij@ de puto por metro cuadrado que tenemos en este desgraciado país. Quizá…
Pero mejor no escribir nada de lo que uno luego puede acabar arrepintiéndose, mejor ir engrasando el Schofield y mordiendo el corcho de la botella de whisky.
¿Por qué me equivoqué contigo? ¿Y contigo? ¿Y contigo? Demasiados errores para llegar a ningún sitio.