Estoy en un examen (me lo están haciendo a mí) y, cosas de la vida, estoy disfrutando. Llevo tanta guerra a cuestas que cualquier acto en la universidad me relaja, me cura. Hoy intento olvidar un poco mi vida. Disfrutar.
Venía pensando muchas cosas, ayer y hoy. Cosas acerca de mí, de mi vida, de mis enormes vacíos emocionales, agrandados, agravados ahora por esta enorme guerra que no me deja un segundo libre, este rayo que no cesa.
Ya no sé qué añoro. Ya no te añoro a ti, que ni me lees o si me lees no te importa. Ya no me apetece Londres, Berlín, Madrid, Santiago, porque ya no sé si quiero verte sobre mi cama y quedarme a vivir. Es lo que ando buscando desde hace tiempo pero, ahora, metido en esta guerra de trincheras, toda la parte de la pirámide de Maslow referida a lo emocional se ha derribado para levantar parapetos. 4 años de guerra garantizada, en la que han cambiado demasiado todas mis prioridades, mis necesidades. Mundo raro.
Luego escribo más.