Es lo que pasa cuando te toca trabajar en el alambre. Y de nuevo me he vuelto a equivocar con las personas, siempre sufriendo por quien no lo merece. Me falló la táctica y la estrategia
(retomo esta entrada dos días después)
Empiezo a recordar por qué empecé a escribir. De nuevo la cabeza me ha traicionado, pero las cosas son así. En estos días empiezo a valer menos, sigo aprestándome para el combate, conociendo de primera mano las miserias del ser humano venido a menos, que para saber ganar hay que saber perder. Vamos, que no hay manera.
Vitalmente he ido quemando varias etapas: aprendizaje (ad astra per aspera), reglamento, vuelta a aprender las excepciones, matrix, racionalidad, arena en el engranaje. Ahora toca Vietnam, simplemente tocará darse un paseo por el otro lado. Esperemos estar a la altura, morder el tapón de corcho y beber dos tragos profundos, anestesiantes de whisky mientras bajas al pueblo a recoger el cadáver de tu amigo.
P.S.: Acabo de ver ciertas similitudes en los últimos hechos acaecidos en mi vida y «Sin perdón». Falta saber qué personaje soy.