Ayer tuve, gracias a mi nueva labor política, que acercarme al centro de Valencia para realizar unas gestiones. Aunque no iba a ver nada, es ambiente de fallas se respiraba de manera muy intensa. En cierta medida, de una forma extraña, comencé a echar a de menos, a recordar. Quizá a imaginar que otra vida es posible, que fue posible en algún momento; que miro hacia atrás y no sé en qué momento decidí no soñar y poner los pies en el suelo: craso error.
Aquí sigo, sin ganas de ti y con tanta rabia en el cuerpo que esto no puede ser bueno.