Sigo quejándome de que tantas ocupaciones me han hecho perder mi parte emocional. Ahora es una cuestión de supervivencia casi física, y añoro el deseo, la morriña, la remembranza. Añoro echarte de menos, tanto que casi duele.
En otro orden de cosas, ayer se me estropeó el ordenador tras una actualización fallida, y mi compañía me desactivó el móvil por un cambio de tarjeta. Estuve bastante incomunicado, y un poco preocupado, más que nada por la incomodidad de tener que poner en marcha todo de nuevo. Ahora parece que las aguas van volviendo a su cauce. 6 minutos para ver si he recuperado el correo electrónico…