Todo se escapa de mi control. No tengo manera de atar los sentimientos para mantenerlos a flote en el marasmo que me rodea, y veo cómo se van hundiendo sin remedio. Una terrible falta de fe en que otra vida es posible, atrapado por las circunstancias y sin poder huir contigo, a quien ya ni conozco ni te puedo poner cara ni risa ni llanto.
Esta aventura equinoccial me cuesta especialmente cara.
¿Y si hablamos un ratito?