Esta mañana, cómo no, he salido a correr. Entre el viento y la lluvia, tratando de buscar caminos perdidos, he perseguido un arco iris inmenso, perfecto. No había ollas con monedas de oro donde nacía el arco iris, ni había nadie esperando,pero tampoco lo esperaba. Oyendo a Dani Flaco, y buscando sentido a todo cuando nada lo tiene. Todo tan perdido, tantas dudas, tantos agujeros en la alambrada que rodea el corazón, tantos que los saqueadores se han llevado ya todo.
La avalancha viene y no hay manera de pararla, y pese a ello sigo aguantando en tirón, sin saldo en el móvil para llamarte, sin ganas de hacerlo. Sin tener razones para nada desde hace tiempo, harto de esperar lo inesperable y de luchar contra lo ineluctable, porque sólo sé hacer lo correcto, incluso con quienes no se lo merecen.
Como veis, un fin de semana putapénico. Y es que, como dice Andrés Suárez, necesito que me canten a mí, que me escriban a mí. Que me he cansado, nadie imagina cuánto, de seguir peleando contra el mundo cuando no creo en él. Necesito refugio, compasión, consuelo. Sanar heridas y vomitar todo el tósigo que hay dentro de mí, porque hasta que no lo expulse no conseguiré recuperar fuerzas, ánimo, esperanza.
Me equivoqué, nadie sabe cuánto me equivoqué.