Refugio

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Acabo de terminar la comida de Navidad con mis amigos y compañeros de trabajo de la universidad. Y pese a ser las mejores personas del mundo y a que daría la vida por ellos, cada vez estoy menos animado por todo. Necesito algo.

Esta mañana, bajando en el coche, me he dado cuenta de que he perdido mi refugio. No tengo un lugar en donde sanar las heridas. Antes lo tenía, pero la vida y el tiempo se ha encargado de desmontarlo, de corromperlo, incluso de prostituirlo. Lo que yo he construido ya no es mi refugio: es el refugio de otros seres queridos a quienes debo guardar del mundo exterior. Pero no hay rincón, físico o espiritual, donde pueda guarecerme del fiero mundo. Donde encuentre paz, sosiego, consuelo. Todo duele, y necesito abrazar a a alguien que no esté erizado de espinas, hirsuta maldición.

Necesito alguien que cuide de mí y yo me deje, alguien que le cante a este cantante afónico al que han abandonado las musas. Pero no hay manera de encontrarlo; lo que es peor, creo que ya es tarde, que hace mucho tiempo que se hizo tarde.

P.S.: Esta mañana me han llamado hipster. Yo les he dicho que soy más gilip-ollas.