Es uno de los privilegios que tiene mi trabajo: que a veces no tengo por qué estar allí físicamente. En esos casos, cuando quiero trabajar de verdad, hacer cosas, prepararme clases, corregir exámenes, etc., me quedo en casa, ya que, si voy a la universidad, lo urgente me sobrepasa y no hay manera de trabajar en lo que me interesa.
Hoy estoy preparando mi clase del máster del jueves que viene. Este año hemos hecho cambios que requieren que las clases y las transparencias sean nuevas (algo normal, por otro lado, en un máster). Así que aquí estoy, viendo cómo programar apps en Android. Lo siento por los pobres alumnos.
¿Ventajas? La música a toda caña y ahora incluso voy a almorzar un sandwich calentito.
El resto del mundo sigue hundiéndose a mi alrededor, y cada vez me importa(s) menos.