¡Humo! Vendo humo

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Son momentos de honda emoción para Buttercup. Pero para mí, estoy de nuevo descentrado, desmotivado y desenfocado. En mi trabajo, en mi empresa y en mi vida personal me he sumido en un «dolce far niente» peligrosísimo, máxime cuando nos acercamos a horrendos arrecifes que pueden acabar conmigo. Arrecifes como la habilitación nueva, a la que me debo presentar antes del verano, o compromisos contraidos por mí mediante mi empresa.
Incluso esta desazón se palpa en el blog, en el que escribo como el Guadiana, muy a mi pesar.

Pero entremos en harina. Lo que me fastidia sobremanera estos días son los anuncios de la televisión, y en concreto uno de Repsol. Tanto que incluso cambio la cadena cuando sale. Ahora, si ves la tele, las compañías energéticas son ecológicas, los bancos solidarios, las telefónicas baratas y los políticos inteligentes. El mundo al revés.

Además, estoy releyendo un libro de Ciouran, que me trae por cierto recuerdos agridulces que ya comentaré, «Historia y utopía», que no hace más que acendrar este sentimiento de que esto no es un país sino un lupanar.

(Dejé esto a mitad escribir el miércoles y hoy, viernes, ya no me acuerdo de cómo seguía; así que acaba aquí. Luego sigo con Madrid)