Sigo atacado de trabajo. La revisión médica me dice que estoy bien, el colesterol un poco alto (pese a todo el deporte que hago). Los problemas nunca acaban. Vamos, lo normal.
Ayer me sentí, en cierta manera, viejo. Cansado. Demasiado inútil, como un trasto viejo, diría yo. Será que cada vez quedan menos fuerzas o convencimiento, y más dudas, muchas más dudas.
Este fin de semana me escapo a Zaragoza a ver a la familia. A desconectar, a cuidar del colesterol con vino a raudales y a anestesiarme un poco. Olvidar no se puede, pero hay decisiones, situaciones que duelen y no hay manera de ponerle solución a ciertas cosas de una manera indolora.