Sigo achicando agua, pese a que nunca parece bajar el nivel. Hoy estoy cansado, jornadas de 12 horas en la UV y nada se acaba nunca. Todo cuesta mucho de arreglar, sobre todo la mala fe, las mentiras y la ineptitud. Pierdo las ganas por momentos, la fe a raudales.
Hoy también hemos decidido (Joan y yo, que no estoy solo en este barco) continuar por 3 años más en la dirección del departamento. Siempre que las urnas nos respalden. Sé que no debo tomar decisiones en caliente, porque el último mes el corazón me pide tirar todo por la borda y liar el petate, ya no tengo claro cómo, dónde o con quién. Pero no es lo correcto, eso sí lo sé. Hay que aguantar el tirón algo más, hasta que todo encaje, hasta que todo se calme.
También la tristeza es infinita, para qué lo vamos a negar. La desesperanza terrible, enorme como una locomotora desbocada, y conozco a nadie en el mundo que sea capaz de curarme. Ahora mismo lo veo todo demasiado negro como para hacer nada, pero hay días en que te asalta la certeza de que nada va a cambiar, de que ya todo está perdido.
Sálvame, por favor. Es un SOS en toda regla, como aquel que nadie entendió.