Buscando dónde rendirme

en

Supongo que cuando la necesidad o las circunstancias imperan, el resto de cuestiones se hacen accesorias y, mientras la adrenalina fluye, sólo garantizamos la supervivencia al precio que sea.

Hoy vienen las cosas así, entre urgentes e importantes, y esto es un rosario interminable de marrones y de líos a los que hay que hacer frente sin corazón: sólo usando el manual, el viejo oficio, la experiencia.

Por tanto, no esperéis que pueda cantar al amor, que desee a esa mujer de belleza y lealtad incomparables que cada vez dudo más que exista. Difícil escribir poesía cuando no hay esa especie de paz interior que te permite florecer. En pocas palabras: no me apetece nada. Y cuando digo es nada es realmente nada. No tengo ganas de nada en este mundo, lo que es bastante preocupante (si alguien fuera capaz de ver mi interior os aseguro que se asustaría mucho).

Así que últimamente busco rendirme. Busco un lugar donde dejarme caer y abstraerme del mundo, donde no hacer frente a nada ni a nadie y eludir mis responsabilidades. Quizá hace tiempo quería ir a tomar tu mano e incrustarme en tu vida y empezar de cero, quizá quedaba alguna ilusión o esperanza. Aunque ahora ya no. Ya no quiero otra vida, aunque tampoco ésta. Simplemente quiero que todo se pare, que todo acabe.

Si alguien quiere encargarse de mi redención, lo tiene grave. Eso sí, prometo recompensa.

Quizá un día me rinda, o quizá un día me atreva a escaparme contigo, a decirte que no vuelvas nunca más, a decirte que todo se rompió, a despertarme a tu lado, a olvidarte, a dibujarte las sombras de la ventana en la espalda, a dormir en paz a tu lado.