Hay día en que aprendes a golpe de errores (la única manera verdadera de aprender). Hay veces que las decepciones se te salen por las orejas, y hay gente con mala baba que te enerva y te demuestra una vez más que «a sangre y fuego» no es un mal título para una película. Hay días que te duelen algunas personas, que añoras a otras. Días en que todo pesa y nada tiene sentido, y no hay señales y no haces más que pensar en que todo podía ser más fácil, para variar. Días en los que echas de menos los kilómetros, las sonrisas, los sueños, escribirte en la espalda. Días en que te apetece llorar y no tienes ni esperanza para hacerlo, porque hasta para llorar hace falta esperanza.
No son días malos, los días malos son distintos. Son días más tristes de lo normal.