MI padre me transmitió que ser un hombre simplmente requería hacer lo que uno tenía que hacer, por mas sacrificio o dolor que esto supusiera. Culaquiera podía se un hombre, ya fuera niño, mujer u hombre, siempre que hicera lo que debía, lo que era justo, lo que se esperaba de la gente de bien. Eso era se un hombre, un hombre cabal que se viste por los pies.
Hoy ETA ha asesinado a un hombre. Y lo ha hecho por la espalda, con tiro en la nuca, delante de su mujer y su hija, sin darle opción a defenderse.
Soy de los que piensa que no toda vida es sagrada, casi al contrario: todos merecemos morir en un momento u otro. Sólo los niños me resultan ajenos a esta norma. Considero que hay situaciones en la vida que requieren matar a un hombre, que lo justifican. Incluso a veces ese hombre puedes ser tú o tu ser querido. Hace siglos esto era lo más normal de la vida; ahora lo hemos maquillado olvidando y girando la cabeza hacia otro lado, aunque la realidad atávica y feral todavía subyace.
Un caso extremo es una guerra, declarada o no. Cuando sin motivos personales, por el sólo hecho de pertenecer a una facción o bandería tus contrarios acabarán contigo, nada personal, simplemente intentarán matarte y tú deber es defenderte. Y digan lo que digan todo vale en la guerra, porque te va la vida en ello. La tuya o la de los tuyos. Conocí un hombre que había luchado en la guerra de Marruecos, que contaba como al entrar en una aldea lo primero que hacían era matar a los niños, para evitar que éstos pudieran vengarse, para acabar con la semilla de ese pueblo. La antigua Yugoslavia no está tan lejos ni fue tan diferente, sólo miramos hacia otro lado.
Pero lo que pasa en el País Vasco no es una guerra. No lo es porque a ellos no les va la vida en ello; porque no hay razones históricas, sociales o culturales que lo justifiquen; porque nadie ve conculcados sus derechos ni amenazada su vida, su futuro o el de su prole.No al menos en su bando. No hay guerra; no hay nada que justifique el tiro por la nuca, salvo el fanatismo exacerbado. Matar a un hombre sin razón, por la espalda y delante de sus seres queridos es lo más abyecto, vil, cobarde, execrable que puede hacer un ser humano. Nada justifica esta muerte de hoy; sólo los fanáticos pueden decir que están en guerra y sólo los fanáticos pueden jalearlos. Sólo los fanáticos.
Si uno quiere matar a un hombre en esas circunstancias, no creo que debiera hacerlo en presencia de sus seres queridos. Esa es la mayor humillación que puedes producirles al muerto y a sus deudos. Lo encuentras a solas, y le dices que lo vas matar, le das opción, aunque sea moral, a defenderse. Los hombres de verdad hacen eso, si deben hacerlo. Matan cuando hay que hacerlo y lo hacen como hay que hacerlo.
Lo que hace ETA no es de hombres, ni siquiera de animales. Merecen morir como ellos matan.
«[Dijo Frodo,] ‘¡Que lástima* que Bilbo no apuñalara a esa criatura malvada, cuando tenía la oportunidad!’
‘Pena*? Fue piedad* que estorbaba su mano. Piedad y misericordia: no matar sin necesidad…’
‘Lo siento,’ dijo Frodo. ‘Pero tengo miedo; y no siento nada de piedad por Gollum.’
‘No lo has visto,’ Gandalf interrumpió.
‘No, y no quiero,’ dijo Frodo. ‘No te puedo entender. ¿Quieres decir que tú, y los Elfos, lo han dejado vivir después de todas sus horribles hazañas? …Merece la muerte.’
‘¡La merece! Me atrevería a decirlo. Muchos viven que merecen la muerte. Y algunos mueren que merecen la vida. ¿A ellos puedes darsela? Entonces no seas tan ansioso de repartir la muerte en juicio. Porque aun los muy sabios no pueden ver todos los fines… quizás la piedad de Bilbo regirá el destino de muchos – nada menos que el tuyo.’