Siempre ocurre algo parecido. Lo emocional se hunde irremisiblemente en el fango, y el resto de planos, profesional, social, personal… requieren tanta atención que no queda sino redoblar los esfuerzos para mantener en nómina a ese romano llamado statu quo. Y yo, que soy como los Pablorromero, que me crezco con la adversidad, no hago sino apretar filas y cerrar contra el mundo, sabiendo que me van a partir la cara una vez más. Pero es lo que toca; es una suerte poder elegir las batallas que quieres luchar, las guerras que crees que importan, y morir en ellas.
Así que en ésas me encontraréis en los próximos meses: peleando en lo social, en lo profesional, tratando de recomponer mi vida personal. Tirando de manual, de oficio, haciendo lo que uno debe, que, aunque aburrido, es efectivo y da sus frutos sociales, profesionales, personales. Hay reglas para casi todo.
Y ahí tiene que acabar todo. Lo emocional, mi corazón, al que le faltan 6 putos tequilas, se ha venido abajo definitivamente, y hay que apartarlo de la circulación, por motivos de seguridad, de supervivencia me atrevo a decir. Si se quieren cambiar las cosas no se puede seguir haciendo lo mismo que antes.
2014 es un puto año. Va a ser lo único que saque de esta aventura equinoccial.