Muchas veces en la vida te toca ser rompeolas. Te toca ser roca contra la que se estrellan las olas, te toca ser el duro de la serie. Quizá porque es lo que te han enseñado, quizá lo que has decidido. Porque has de proteger a alguien, por amor, lealtad, fidelidad. Pporque te sientes responsables de su situación, de si vida, y debes ser el pilar donde ellos puedan apoyarse.
Así que, aunque sepas que todo está perdido, aunque sepas que esa persona va a morir, que tú vas a morir, que todo se va a venir abajo y se os va a llevar por delante como si fuera una brutal avenida, tú sigues plantando cara, desafiando al destino y siendo el referente en los que todos puedan apoyarse.
Quizá sea por eso por lo que hay hombres que se enfrentan a la muerte segura con valor, con resolución. Que pelean por las causas perdidas como si aún quedara esperanza. No lo hacen por ellos, lo hacen por las personas a las que aman. No pueden permitirse el caro lujo de hundirse, porque piensan, no sé si con acierto: ¿qué será de los que aman, quién les impedirá sufrir?
El miedo está dentro, contenido, disimulado. Y el sufrimiento, y las dudas. Pero no pueden mostrar dolor, ni titubeos, ni temor, ni cobardía. Aunque sean pusilánimes, medrosos, irresolutos. Porque hay seres que necesitan esa confianza, y es su deber brindarles ese exiguo consuelo.
Día tras día pelean mientras el miedo los consume, mientras las fuerzas menguan y el corazón desfallece. Pelean para que los demás busquen y encuentren fuerzas para seguir peleando un poco más, para tener esperanza.
Y normalmente no tienen a nadie en quien apoyarse. Si hubiese alguien fuerte, en él o ella se apoyarían, y no serían pilar sino madero. Pero no hay nadie. A nadie pueden confiar sus miedos, la debilidad que los roe fiera desde las entrañas.
Difícil cura, imposible lenitivo. Tan sólo un refugio, tan sólo algo de paz, algo de seguridad, un cobijo donde dejar de pensar, de preocuparse, y restañar las heridas. Ésa es su única promesa, la sola manera de agradecerles su posiblemente estéril esfuerzo.