Cuenta conmigo

en

Siguen los días como cintas de ametralladora, que me siguen dando candela con saña. Y en cierta medida, de alguna manera, me siento muy solo (De alguna manera
tendré que olvidarte, por mucho que quiera no es fácil, ya sabes, me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde y nada más, apenas nada más
).

De navidades hasta ahora se ha ido desinflando el poco fuelle que me aguantaba, y como una gaita sobada, vieja, cuarteada, estoy dejando de sonar. Hace cuatro meses hubiera cambiado mi vida, me hubiera comido el mundo. Todavía quedaban atisbos de rabia y de coraje para hacerlo. Quedaban.

Ahora la realidad ha martilleado aquellos mármoles, y soy simplemente escombros tratando de llegar al final de la partida con una buena baza, con un buen farol. La realidad va imponiendo sus condiciones de contorno, y los sueños se han perdido mientras caminaban hacia ti y se dieron cuenta de que el camino estaba equivocado, quizá porque nunca existió.

Es lo que tiene encontrarse perdido: que no sabes cómo salir. Que necesitas que alguien venga a buscarte, a tomarte de la mano y guiarte un rato. Pero ya no confío: sigo andando y dejando miguitas de pan, exploro este páramo yermo, este baldío infinito, con la fútil esperanza de encontrar una caravana de camellos que me acerque a ti.

Sigo aquí, plantado, resuelto a no dejarme tumbar, a seguir al menos en pie como esas ruinas, todavía orgullosas, que el tiempo ha malherido pero siguen en pie, con la vana esperanza de que tú vengas a cobijarte a mi sombra, a dormir a mi lado, a poder decirte cuenta conmigo o estate a mi lado o quédate a dormir.