Necesito
alguna que otra cosa,
aunque no necesito lo que imagináis.
No necesito
dinero, sexo, fama;
no necesito
casas ni coches ni viajes ni mujeres ni hombres.
No necesito grandes historias ni pasiones.
Necesito
cosas pequeñas, sorprendentes,
extravagantes:
Un café,
dos tequilas con lima,
tres dedos en tu espalda,
cuatro patas de tu perro,
cinco minutos en tu almohada,
seis calles bajo la lluvia,
siete pecados capitales,
ocho años de locura,
nueve litros de cerveza
y diez «te quieros» sin respuesta.
Un café,
la sombra de tu pelo,
un poco de suerte a tu lado,
una dosis de ilusión, de esperanza, de alegría.
Chupitos de cariño,
cubatas de ternura,
mil palabras en tu oído
y tardes de domingo interminables.
Ya veis, necesito poco.
De tan poco que necesito,
lo necesito todo.
Necesito tan poco
que me quedo sin nada
otra vez.