Y entonces hay días, como hoy, en que te sientes más débil, más cansado. Más solo. Mi palabra interior es noqueado, como si te hubieran dado una paliza y las ganas de pelear se hubiesen esfumado como por ensalmo.
Vienen encadenados con dudas, con desilusión. Con decepción. Con noches de insomnio mientras tu corazón pide dormir hasta que escampe, hasta que nada duela. Aunque los hechos cotidianos te siguen empujando para que no pares, y las responsabilidades, y las convenciones, todo te arrastra mientras no hay manera de recuperar la compostura.
Un poco contemporizando, manteniéndome a flote para ver si avizoro tierra o un enorme monstruo marino que me arroje por el fin del mundo y acabe conmigo. Mejor cualquier cosa que seguir así.