Vuelvo al frente, tras un paréntesis prolongado en el que no he hecho nada, prácticamente, relacionado con la universidad. Tampoco he salido, sólo he trabajado en cuatro cosillas para matar el tiempo. Ahora tengo el escritorio lleno de notas amarillas de asuntos pendientes que no pueden ser diferidos ni un segundo más.
Pero lo que más me gusta de este blog son los compañeros de viaje que están surgiendo. Siempre me acuerdo con fruición de las palabras de Gandalf a Frodo acerca de que encontraría ayuda donde menos lo esperase. Algo así.
Este blog fue un trampolín. Un trampolín anónimo y escondido, y aún así público y notorio para el que quisiera mirar, desde el cual me lancé al vacío, harto ya de esta realidad impuesta que me niego a aceptar; es más, que me obligo a combatir. Pero me he dado cuenta de que no estoy solo.
Hay mucha gente cayendo, saltando desde trampolines u ocultos en retaguardia esperando su momento. No estamos solos, cada vez estamos menos solos, cada vez somos más pensando que no hay razón para continuar soportando ese statu quo, y que podemos, que debemos cambiarlo.
Gracias a todos.
P.D.: Como de costumbre, otra vez entro a la carga. Últimamente estoy jugándome la boca en varios frentes a la vez.