Al final fui de concierto. Lo siento, no te invité porque era de música triste, y nunca lo hago. Pero me equivoqué. Me equivoqué por no invitarte y, porque al final, no fue tan triste. Así que podía haberte invitado. Igual no lo hice por si decías que no, y todo son excusas.
El concierto, impresionante. Muchas caras que en otro tiempo hubieran sido mil corazones a conocer y ahora no eran nada, nadie, rostros sin sombra y sin espejo que ya no significan nada para mí. Serán cosas de la edad, de la vida.
Y todo fue bien. Te eché de menos a veces, fue un concierto para compartir y estaba solo, como siempre. Un día de estos igual te invito, en serio.
Luego el baño de realidad: visita a la Turbe que me invitó a su casa Deluxe y me presentó a sus amigos. Dos collejas y cuatro verdades para intentar despertarme. Y luego vuelta a casa, a la trinchera. Sin perderme por Valencia, pero las noches inolvidables las olvidé hace tiempo.
Un día de éstos…