A propósito de Andrés (Suárez, cómo no)

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Acabo de llegar de Valencia, acabo de ver a Andrés Suárez.

2013-10-24 21.57.44

Ya hablé de él hace tiempo, pero uno nunca se cansa de hablar bien de las buenas personas. Si te gusta Andrés Suárez, es que estás jodido. Lo siento, chaval: te gusta el desamor en vena. Te han dado, y te la has dado demasiadas veces. Bienvenido al club de los corazones rotos.

Ir a un concierto de Andrés Suárez es ir a ver a cantar a un amigo. Es ir a ver a un luchador, a una persona sencilla que le das una guitarra y se come el escenario, se come el mundo. Se merece todo el éxito que tenga, que aún es poco. Espero que sea más, pese a que la gente con el corazón roto no es que seamos demasiado rentables o adinerados.

Tiene tablas, las tablas de aquél que se ha pateado toda la vida el escenario. Las tablas de quien ha desnudado su corazón y deja una ristra de amigos allá por donde pasa. Hoy he disfrutado como un enano. Me gusta el Andrés Suárez de las distancias cortas. Hoy ha sido un concierto íntimo, sincero. Él creía en lo que hacía.

En algunos momentos yo anhelaba abrazar a quien tenía delante, meter la nariz en su pelo, llorar mientras las canciones te entran por los poros. ¡Cómo decir que te ha pasado lo de «ahí va niña» esta mañana, pero no ha habido justicia poética para decirle «Tarde», o que el vals para olvidarla funciona sólo a ratos!

Andrés es un tío para  irse de borrachera con él por Santiago, donde llueve eternamente; con quien hablar de desamor y otras enfermedades cardíacas de difícil cura y consuelo, con quien escuchar borrachos como cubas el «Nessun dorma» mientras esperamos a esa muchacha de belleza y lealtad inquebrantable. Para pedir perdón por no amar a quien nos ama y desear el bien a quien amamos pero ni nos mira, ni nos merece. Tendré que invitarlo alguna vez a cantar aquí, en esta tierra tan distinta a la suya y de alma tan similar. De alma humilde.

Bravo, Andrés. Te mereces todo lo bueno que te viene. Te lo has ganado.