Si bien dije que la anterior era mi última entrada del año, podéis ver que mentí miserablemente. El cortés ADSL que alguien me brinda y demasiados días ocioso han hecho que vuelva a pecar, pues la carne es débil y las tentaciones de Luzbel poderosas como ejército aprestado para la batalla.
Tengo que preparar la habilitación, aunque aún no he hecho nada. Lo haré, necesito un día inspirado, pero no hay forma de encontrarlo. Pensar y pensar, rumiarlo todo una y otra vez para acabar siempre deduciendo que he fracasado personalmente; que toda la imagen que veis de mí está hueca y vacía porque no la quiero, no la deseo, aun la odio. Pero estoy atrapado en ella y ahora me arrastra. No sé qué hubiera ocurrida si hubiese perseguido mis sueños y hubiese fracasado. O incluso triunfado y logrando alguno de ellos. Posiblemente añoraría una vida como la que ahora mascullo.
Perra vida.
Ayer terminé de leer «La aventura equinoccial de Lope de Aguirre». Aguirre el Loco. Así me estoy volviendo yo: loco por no saber poner freno a mi cabeza que va más deprisa y viaja más lejos de lo que mi cuerpo puede soportar.
Feliz ano nuevo, pecadores. Yo me quedo cobijado en mi tristeza.
Ahora oyendo Mil pedazos, de Christina Rosenvinge