Perdón por la tristeza

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Siguen los días y sigue la tónica. Quizá pasé por cierta euforia y llegué a creer algún día que todo lo podía conseguir; que a partir de ahora todo iba a a ir mejor (ciclotimia) . Todo lo que me he propuesto lo he ido consiguiendo, pero eso no me ha hecho más feliz. En fin.

Ahora a punto de dar a luz la nueva altopalancia.info, de nuevo nervios y prisas y estrés.

Por cierto, he vuelto del acto de nombramiento de los nuevos ingenieros de mi universidad. He ido sólo porque había comida gratis. La idea es buena: los alumnos, ya ingenieros, tienen un acto y cierta solemnidad y les homenajean. Eso está bien, pero las palabras de rectores y directores y demás próceres egregios suenan vacías, mendaces, bastardas. La realidad está ahí afuera, śordida, cruel y vulgar, y todo lo que dicen son brindis al sol, lo «políticamente correcto» que nada tiene que ver con la realidad, todo el mundo empeñado en negarla porque no luce bien. Los responsables llenos de palabras hueras (huero sí existe en el diccionario, no es un gazapo o lapsus calami) que no hacen nada por nada ni por nadie, tan engreídos y regocijados en su propia inutilidad y rodeado de una cohorte tan estúpida como ellos mismos que se mueve cual sombra borracha de luz.

He sacado dos conclusiones: que el Eclesiastés tenía razón cuando decía que todo en la tierra es apacentarse de viento, y que soy un experto en estrategia y tácticas de picaetas. tanto, que voy a escribir un artículo.

«No hay comida gratis» Robert A. Heinlein