O tempora, o mores! Senatus haec intellegit, consul videt: hic tamen vivit.

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Todo empezó ayer, cuando apareció en mi mente una cancioncilla de «La mode», «No», contenida en su disco «La evolución de las Costumbres». Quería poner la letra, una de las muchas negaciones que he tenido en esta puta vida, algo que estaba acorde con las semanas que llevo.
Buscando en Google la letra (no la encontré) fui tirando y encontré la letra de «La evolución de las costumbres», que puse ayer, y un blog llamado «El páramo» que contenía esa letra y tenía ese interesante artículo de la manipulación. Aquí la historia se divide en dos.

1. La Mode. Ese disco, que tenía yo en vinilo, es del año 86. Por aquel entonces terminaba yo sin pena ni gloria primero de físicas, y con 18 años cualquier canción es tu himno de batalla o de derrota o de revolución. Siempre he tenido ese disco como uno de mis hitos y mis mitos de juventud. En las búsquedas no lo ponen demasiado bien, pero nunca he coincidido con los críticos, gracias a Dios. Recuerdo una canción, «viviendo en play-back», donde creía que vivía la mujer de mis sueños. Subido a la burra encontré discos de «La mode». Los fetén no me molan, quizá la movida y mis 18 años quedaron atrás, muy atrás, pero «La evolución de las costumbres» (en el vinilo salía Buñuel o Picasso diciendo un par de frases al principio y final del mismo, iconos recurrentes de mi adolescencia con significado posiblemente para mí solo) sigue siendo mi disco, sigue retrayéndome a tiempos agridulces que no volverán.

2. Al salir de aquí pasé por la puerta de Canal9, la televisión autonómica valenciana. Me fijé en la parafernalia de cámaras de seguridad, detector de metales, verjas, garitas y securatas. Ya no me pude controlar. Las instituciones del estado y sociales han perdido todo respeto. Necesitan promulgar leyes que garanticen el respeto y el honor de políticos y funcionarios, porque nadie sin esas leyes los respetaría. Lo mismo para las instituciones. El respeto lo imponen las leyes y lo ejecutan sistemas de seguridad que lo imponen por la fuerza. Además, creo que la sociedad se polariza. Gran parte permanece sedada, ebria, totalmente arrollada por la maquinaria de manipulación, y no son problema. Dejan hacer y se resignan a lo que consideran inevitable, aunque creo que no respetan, en su fuero interno, a esta sociedad, a estos políticos. Han perdido toda esperanza. El resto es radical, ya no hay medias tintas. Son fanatismos exacerbados, quizá también manipulados en otro sentido. Ni más ni menos comprensible, justificable o justo. Pero la conclusión final es: desgraciado aquel país que el respeto a sus instituciones y prohombres los tiene que garantizar la ley y la policía.

Y ya lo dijo Quevedo: Donde hay poca justicia es un peligro tener razón