¡Menudos momentos! Una de las pocas veces en mi vida, aunque cada vez más, que me veo sobrepasado por la situación, por todo lo que me rodea. Sin fuerzas en mi interior para tirar de nada ni de nadie, mi alrededor personal, profesional y familiar se atasca en todos los frentes. Los problemas se amontonas a mi puerta, no duermo por las noches y huyo del teléfono y del correo, me escondo hasta que esto escampe o encuentre fuerzas para ir comiéndomelos uno a uno. Aunque sé que esto es imposible.
Y a veces, lo peor es cuando tú, con ese manual de instrucciones para hundimientos generalizados, has conseguido un ínfimo fuerte físico donde refugiarte, y el Balrog que creías en el abismo aún saca su cola para hundirte y llevarse todo lo que has hecho, sin ayuda, fe ni esperanza, en esta puta vida. Eso sí que me enerva realmente.( enervar. (Del lat. enervāre).1. tr. Debilitar, quitar las fuerzas. U. t. c. prnl.. Lo de poner nervioso es una acepción bastarda, cultureta y falsa, que la RAE se ha envainado como últimamente acostumbra).
Del resto, podría con ello. Pero es que me encuentro en lo que yo llamo un estacionario. Ya tengo, para bien o para mal, una familia y un trabajo, una trayectoria personal estable. Estable, pero ya no hay retos para el futuro. Ya no hay nada por lo que pelear; ahora la pelea viene en que no te hundan, en mantener lo alcanzado. Todos los esfuerzos por conseguir una posición de equilibrio, una comodidad, se desvanecen cuando los esfuerzos por mantenerme son casi tan grandes, y mucho menos reconfortantes. Todos a hundir el Bismarck. Necesito más, más guerra a cuestas, estoy empezando a odiar la paz. Pese a todo y a todos.