Por fin se acaba la Navidad. Unas vacaciones penosas, donde no he avanzado nada en lo profesional (normalmente eso es lo que pretenden unas vacaciones), aunque no he descansado. No he disfrutado, he sido incapaz de abstraerme de mis problemas, que me han asaltado sistemáticamente en mis pesadillas y me han despertado todas, todas las mañanas a eso de las 7. Unas navidades en las que, aparte del abandono laboral y profesional, lo personal se ha complicado hasta el infinito, y va a durar un mes más. El.coche, el dinero, los gastos, los pequeños problemas que hora a hora ametrallan mi trinchera, la familia…
Y una vuelta infernal, donde el deber se junta con lo postpuesto. Pensando en que escribir mañana a las 7 en la pizarra del despacho para tratar de contener la.avalancha.
Empieza la semana con mal pie.