Ayer fue un día espantoso. Mordía a todo aquel que se me acercara. Estaba, estoy harto de la gente con segundas intenciones. Tanto que hoy me he quedado en casa para no matar a nadie.
Esta noche he dormido fatal. He soñado con el departamento y con la gente que me enmarrona sistemáticamente, y a algunos de ellos los mandaba a hacer puñetas. Me ha subido el colesterol y el azúcar. Mi mujer sueña que le llaman diciéndole que me ha dado un infarto.
Hoy me llega por escrito el rumor a voces de ayer: ya no sé quién acaba de joder el futuro de mis compañeros y amigos, y a otros los van a joder. Políticos, universidad, todos somos igual de responsables de este país empeñado en hundirnos en la miseria. 3000 años de experiencia nos avalan.
Hoy estoy desde las 6 de la mañana dando vueltas por el mundo. Literalmente. Cuando vea a algún político, a cualquier comentarista remilgado hablar en la tele, me sube la billirrubina y cambio de canal, pero ya no puedo soportar la tontería, la demagogia, las segundas intenciones, los mentirosos, los políticos y periodistas.
Esta tarde intentaré descansar y olvidar; me hace falta.Me hace falta una dosis de ilusión. No estaría mal perderse en Canadá, Nueva York, Venecia o Estocolmo. Lejos de aquí (sí, me dejaré de quejar y me largaré, Turbellaria)