Atendiendo a la tradición, escribo mi última entrada antes de las vacaciones. Mis años internos van como los niños, de curso a curso, de septiembre a septiembre. Con muchas cosas pendientes, no sé si mi cabeza y mi cuerpo descansarán. Lo intentaré.
Mucha guerra, mucho dolor este año pasado; decepción, defección, tristeza. Demasiado peso en la mochila, y pese a todo vivo, coleando y presentando batalla a la vida. Como siempre, como nunca. La mano firme al timón y el corazón encogido de miedo y dolor.
Supongo que esto es la vida.