Y cada vez siento que hago menos, que llego a menos. Ya me he resignado a no pensar y a apagar fuego con la esperanza de que llegue el verano y pueda desconectar de verdad, aunque lo veo difícil. Con la esperanza de que me toque la primitiva y pueda olvidarme. En fin, que me he convertido en uno más de la masa pegajosa que se proclama mundo.