Pienso que no debía quejarme: tengo trabajo, no está mal pagado,y lo que hago me gusta. Pero la crisis me está afectando demasiado. He perdido gran parte de la alegría y de las ganas de pelear por algo. Ahora me muevo por inercia. ¿Por qué?
- Me viene justo llegar a fin de mes. Sólo un sueldo en casa, todos los días 130km, con el precio del gasoil por las nubes, el gobierno pensando en cobrar por las autovías (me costaría 3€ adicionales cada día). Sube la vida, todo sube, y yo no llego. Ahorrando lo indecible, he dejado de salir casi todos los fines de semana, sólo salimos como máximo 1 al mes. Pensando en anular las suscripciones al Mundo Científico e Interfolk. El dinero se ha convertido en una obsesión. Aunque siempre viví en economía de guerra, ahora la cosa está peor. Este año pensando en ahorrar, sin caprichos (sigo sin mp3, ahora le he echado un ojo a un Creative, pero hasta que no venda mi Energy Sistem mp4 2508 a estrenar, no lo hago). Este año han desaparecido algunos regalos costosos y ahora dolorosos, pero todo empeora. Además, la crisis de Bankia, con la que sólo tengo deudas, que como haga un corralito no puedo sobrevivir.
- He abandonado mis sueños. Lo de cambiar de coche, y tener uno para la familia grande y uno para mí para subir y bajar a Valencia se ha pospuesto sine die. Lo de tener una casa con jardín o campo, a mi medida, se ha eliminado de mi vida. He asumido que no será posible, a no ser que me toque la primitiva. Otro sueño abandonado. Otro más.
- Lo de cambiar mi vida, cambiar de trabajo y país, vivir como en una película de Hollywood y dedicarme a mí… También abandonado. Se perdió toda esperanza, toda ilusión de lograrlo. Con la que está cayendo, con los errores del pasado, acabo de aceptar que mi vida es la que tengo, que no cambiará nunca, que me tengo que conformar con lo que tengo y no aspirar a mucho más. Si alguna vez cité a Porthos, antes de morir, diciendo que llevaba demasiado peso en la mochila, lo hice pensando en mi alma. Ahora es mi vida la que tiene tanto lastre, tanta inercia, que es imposible cambiarla. Adiós a Nueva York, adiós a cualquier sitio.
Así que si, estoy deprimido, sí, me afecta la crisis. La económica, junto con mi crisis personal, que me ha hecho abandonar, parece que definitivamente, todos mis sueños. Jamás abandonas la trinchera, jamás acaba la guerra. Demasiado peso en la mochila.