La hoguera apenas si consigue arrancar unas astillas a la negra noche. En esa Cima de los Vientos, en ese Amon Sùl que a todos puede y que doblega sin piedad a los corazones más intrépidos, tres siluetas se mueven fantasmagóricas, movidas por las sombras huidizas de la lumbre.
El camino ha sido largo, fragoso. La noche ha dejado caer su lúgubre manto sobre todo aquello que tiene vida o siente dolor.
-Cubrámonos, que hoy la noche viene fría.
-Como todas, mi buen amigo. Eso no es novedad en estos tiempos oscuros.
-Aún así, estamos aquí y esperemos estar mañana para afrontar lo que depare el nuevo día.
-Ya no hay nuevos días. Ya no amanece más para los bastardos de la derrota, para esa tropa abandonada que todavía conserva el pundonor y sobrelleva la deshonra, para la fiel infantería que contiene los embates de la vida a golpe de resignación. «Felices aquellos a los que fue dado caer a los pies de las murallas de Troya, a la vista de sus padres». Nuestra condena nunca será fácil.
Errantes espíritus son aquellos a los que escuchamos amparados en la oscuridad, curtidos por toda clase de desgracias y avatares, hechos a cellisca y a viento y a canículas. Aún así, los corazones encuentran esperanza suficiente como para entonar la melodia de una vieja canción que reconforta cuando el alma necesita sosiego y algo de reposo.
-¡Cuidado! Alguien sube.
El acero susurra sibilante y cimbrea la cuerda mientras el arco se tensa.
-Seguid silbando, que no sospeche. Aunque sube trabajosamente. No parece que nos aceche y amenace, sino más bien que busque refugio.
.Camino duro ha elegido para llegar a ninguna parte.
-Los caminos no se eligen. Tampoco nos eligen ellos, la vida los pone ante nuestra puerta y los tomamos, sin saber dónde acabaremos. No culpes a los hombres por los caminos que tomaron, sino por cómo los caminaron.
-Relajad vuestras armas. Amigo o enemigo, necesitará recuperar el resuello. Que la vida sea injusta no significa que nosotros debamos serlo. Seamos caballeros y recibamoslo como quien es: un caminante fatigado que ansía una luz en la inhóspita noche. Después, la Fortuna dirá si compartimos camino o medimos los aceros. Hasta entonces…