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Acabo de poner a Reverte. Hay que reconocer que reverte y las canciones ayudan, de vez en cuando, a ir llenando este blog que a veces tan solitario se encuentra.

Pero no puedo evitar, cuando leo algo o a alguien que me gusta, sentir esa envidia sana (nunca he creído que existiese la envidia sana) por aquéllos capaces de encontrar las palabras, el tiempo, la voluntad y la perseverancia para escribir, para moldear el lenguaje, para trnasmitir de manera inequívoca lo que quieren expresar.

Otro ripio más, que todos hacen pared, aunque en este caso sea el muro que se va alzando implacable entre mis sueños y yo. Cuando la avalancha no cesa, cuando ya se han abierto tantos frentes, algunos por decisión propia, otros porque a veces la vida se desfonda por las costuras y te golpea con saña, uno sólo piensa en huir, mientras dispara ya sin orden ni concierto a todo aquello que se mueve.

En fin, que espero que vengan días mejores, porque a este paso no llegamos a ningún sitio.