Un lunes más, sin absolutamente ganas de nada, vuelvo aquí, a hacer lo que me toca.
No recuerdo por qué, pero la semana pasada fue una vorágine en la que no sé ni qué pasó. Tenemos un nuevo rector, el mismo, el peor. Un rector elegido con la mitad de la participación que en las elecciones anteriores. Es rector con el apoyo de 1800 votos (las elecciones pasadas tuvo 4200, y 4500 su contrincante, que perdió), de un censo total de 6000 empleados y 47 alumnos. Con 2200 votos en contra, entre blancos y nulos. No hay derecho. Ojalá él hubiera tenido tanta suerte como yo cuando la LOU, teniendo en cuenta que en su momento él pudo salvarme y en este momento yo no podía hundirle.
Y poco más. Aunque había tenido esto en mente toda la semana, esta mañana, ahora ha sido cuando he recopilado las cifras y se me ha caído el alma a los pies. Qué país más ingrato, que sociedad más injusta.
Me voy a leer a Reverte. Luego, más.